Siendo el mar tan ancho, quiso Poseidón que se hallaran con la
mítica criatura. No había amenaza en su actitud pero si en su presencia.
Sus pezones se agitaban como calamares hambrientos. El
capitán abofeteó a un marino que trataba de abrir la escotilla para nadar hacia
ellos.
Hombre de muchos años de experiencia, el capitán, marcó
rumbo para rodear a la bestia; las curvas de ese trayecto embrutecieron aún más
a sus subordinados.
Quedaron frente a frente con su piraña. La tripulación
amotinada tomó el control de la nave con intención de embestirla.
©20011 JULIO IRRAZABAL
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