miércoles, 11 de mayo de 2011

EL DENTISTA Y EL DRAGÓN

Charlos había nacido en un pequeño pueblo conservador ubicado a cincuenta kilómetros de una ciudad conservadora. No encajaba, aunque era su más ferviente deseo, entre los pobladores de esta tradicional localidad.

Su verdadero nombre era Asasen Ansasen. Sus padres, fallecidos recientemente, lo llamaban Charlos desde pequeño con idea de facilitarle la vida social puesto que ellos, inmigrantes, venían de un muy lejano distrito y si en aquel lugar no querían a los extranjeros mucho menos si estos eran de raza Sovaj. Por la tez rojiza de su piel y por su tamaño desmedido llamaban la atención. A esto debe sumarse que tenían muy mala fama, acusándolos muchas veces de perezosos, ladrones, violentos y hasta de depravados.

Charlos creció con un perfil muy bajo tratando de no desentonar en un clima de hostilidad, lo vieron humilde y se rieron de él; y esa risa fue como aceite hirviente.

Él no abandonó su lucha por pertenecer, si algo tienen los Sovaj, es que nunca se rinden; aún eligiendo mal su cruzada, nunca claudican.

Sumergido en un libro de autoayuda descubrió que el cuerpo es el templo del alma y además que una buena presencia ayuda a la integración social. Por esto decidió ir al odontólogo, no había recibido atención odontológica en toda su vida.

El Doctor Carmona, único en esa especialidad en el pueblo, no quiso atenderle de buenas a primeras; interponiendo torpes excusas, que hoy tal cosa, que mañana tal otra. La excusa preferida del dentista eran las supuestas obligaciones que le demandaba su cargo de Presidente del Club Municipal de Ciclismo y Paseo. Este club contaba con cuatro miembros, pero ninguno tan entusiasta como su presidente, esa actividad para él consistía en el enclave que rescataba de su juventud.

Pero la férrea convicción de Charlos logró doblegarlo luego de dos meses de asedio constante. No inútilmente los antepasados de Charlos habían sobrevivido a la cacería de la que fueron víctimas durante el Medievo.

Así fue como se hizo limar los dientes consiguiendo un look menos feroz, incluso convenció a Carmona para que le amputase cuatro ojos, ya que tenía seis, y entendía que tener tres pares de ojos ponía nerviosos a sus interlocutores. Carmona se negó menos está vez, sabía que no había caso en contradecirlo y pagaba sus honorarios sin chistar; descontando que nadie lo acusaría de mala praxis si su paciente contraía una infección.

Pero la poderosa genética de Charlos logró sorprenderlos y tanto dientes como ojos crecieron otra vez.

Pasaron los meses y Charlos concurría con asistencia perfecta a su tratamiento de amputación y limado. Carmona lo atendía en horarios inusuales por vergüenza a que los vincularan.

Fueron generando un singular respeto amistoso. Es que la aguda inteligencia de Charlos actuaba como un bálsamo para el intelecto de un avejentado universitario recluido en ese pueblo.

Cuando el tratamiento tocaba en horas de la noche tomaban un coñac al terminar y conversaban.

Por supuesto Carmona se enteró con pelos y señales de los problemas de su paciente, hasta llegó a sentir admiración por su espíritu y entrega. Investigó sobre esa raza controvertida sintiendo inquietud y prudencia por sus hallazgos.

A su vez Charlos se enteró de los problemas de su doctor, una condena doméstica y vulgar.

Sintieron mutua envidia. Gustosamente hubieran permutado sus destinos de haber sido posible. Esa envidia sana los llevaba a ofrecerle los más honestos consejos al otro.

Carmona recomendaba a Charlos que liberara al demonio que llevaba dentro, que tal vez estaba persiguiendo un imposible buscando integración entre los pobladores.

Está bien desear (decía) una vida corriente pero las personas son más miserables de lo que supones, nunca te perdonarán por ser más fuerte, más inteligente, por pertenecer a una raza longeva como un hombre no ha soñado. Por que late en ti el pulso de todos tus ancestros. Tú te pareces más a Dios que ellos y, son tan viles, que Dios los asusta más que el infierno. Tal vez debas optar por una vida más corta y violenta (lo animaba) tal vez debas devorar personas, violar mujeres, apoderarte de las riquezas de los más débiles y mezquinos. Porque así, al menos algunos estarán a tu lado, tanto por interés como por sentirse al fin a salvo del mayor temor que les inspiras que proviene de una virtud digna de un santo. Recuerda que el fuerte, solo es más fuerte.
Esas, palabras más, palabras menos; eran lar recomendaciones que el odontólogo daba a su amigo.

Charlos, en cambio, recomendaba a Carmona que no fuera tan duro consigo mismo, que se sacara la culpa haber abandonado su carrera deportiva en el ciclismo. Que había hecho bien teniendo una mujer y dos niños.
©2011 JULIO IRRAZABAL

5 comentarios:

  1. Hola! Te sigo en Boosterblog, te invito a que conozcas mi blog, si te parece bueno, seguime!y si querés nos enlazamos.

    Saludos!
    María R.
    http://talitakummaria.blogspot.com/

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  2. Hola Julio, ya estamos enlazados! me gustaaaaaa!!!!
    Por el css no hay problema...vaya a saber yo de dónde también me lo copié jeje...

    Suerte! nos seguimos leyendo!
    ♥♥♥Besos!♥♥♥

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  3. Que buena narrativa, me gustó muchísimo!!! Es al pedo uno no tiene lo que quiere. Apoyo al dragón por ser un soñador.

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  4. Gratzie.
    En ese camino bastante difícil que eligió Charlos. Ya se lo ve cosechando algún fruto, de pronto ya tenía un amigo.

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